Internet en el fondo del mar: la infraestructura clave que conecta el mundo

Más del 99% del tráfico internacional de datos transita por cables submarinos, que conectan continentes y sostienen la mayor parte de la comunicación digital global. Historia, tecnología, tensiones geopolíticas, impacto ambiental y situación en Argentina.

5/8/20242 min read

Internet en el fondo del mar: la infraestructura clave que conecta el mundo

Más del 99% del tráfico internacional de datos transita por cables submarinos, que conectan continentes y sostienen la mayor parte de la comunicación digital global. Historia, tecnología, tensiones geopolíticas, impacto ambiental y situación en Argentina.

Los cables submarinos conforman la principal infraestructura que soporta la mayoría del tráfico de datos intercontinental. Se extienden por más de 1,4 millones de kilómetros en los fondos oceánicos y permiten el acceso a internet, comunicaciones globales, streaming y transacciones financieras a escala mundial.

Estas redes están construidas principalmente con fibra óptica y protegidas con múltiples capas de aislamiento y acero para resistir la presión y las condiciones extremas del océano, llegando a profundidades superiores a los 8.000 metros. Actualmente, funcionan alrededor de 550 cables a nivel global.

La mayor parte de la construcción y mantenimiento está en manos de empresas privadas, incluidas Google, Meta, Amazon y Microsoft, que invierten para mejorar la velocidad, la seguridad y la cobertura. Los gobiernos, principalmente en Estados Unidos, supervisan la instalación y operación de cables y estaciones a través de organismos como la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC). Asimismo, el Comité Internacional para la Protección de Cables (ICPC), activo desde 1958, establece normas internacionales para la protección de estos sistemas.

La competencia estratégica en la infraestructura de cables submarinos ha generado tensiones entre China y Estados Unidos. China desarrolla una red valorada en 500 millones de dólares operada por empresas estatales, con intención de conectar Asia, Oriente Medio y Europa. En respuesta, Estados Unidos limita la participación china, proponiendo vetar el uso de tecnología y componentes de empresas como Huawei y ZTE en cables que conectan territorio estadounidense.

Desde 2020, Estados Unidos canceló proyectos chinos para conectar cables submarinos con Hong Kong y contrató empresas propias y aliadas como SubCom LLC para fortalecer el control tecnológico. Estos movimientos forman parte de la rivalidad por la supremacía económica y militar en la era digital.

En Argentina, los cables submarinos son esenciales para las comunicaciones internacionales y la economía digital. El cable Firmina, que conecta Las Toninas (Buenos Aires) con Carolina del Sur (Estados Unidos), con derivaciones a Uruguay y Brasil, aumentó la capacidad y mejora la conectividad regional. Firmina, con 12 pares de fibra óptica, puede funcionar con alimentación eléctrica desde un solo extremo, mejorando la resiliencia del sistema.

Entre 2020 y 2027, la incorporación de estos cables se estima aportará cerca de 23.700 millones de dólares al PBI argentino. Otros cables relevantes en la región son Tannat, Curie y Monet, respectivamente conectando Argentina-Brasil-EEUU, Chile-EEUU y Brasil-EEUU.

El primer cable submarino exitoso fue tendido en 1858 entre Irlanda y Terranova (Canadá), facilitando la comunicación telegráfica transatlántica. En 1988, la instalación del cable de fibra óptica TAT-8 entre Estados Unidos, Francia y Reino Unido amplió significativamente la capacidad y calidad de las comunicaciones.

Más del 99% del tráfico internacional de datos transita por cables submarinos, mientras que internet satelital cubre zonas remotas y casos específicos, aunque presenta limitaciones en velocidad y capacidad. En términos ambientales, los cables submarinos tienen menor impacto que los satélites, que requieren lanzamientos espaciales y generan residuos orbitales. Sin embargo, la instalación de cables requiere medidas para evitar daños en ecosistemas marinos sensibles.